Mención Honrosa: Una Carta para Azorella compacta: Solange Ramirez Astorga

Azorella

Apiaeceae, Llareta amiga mía, hoy te he extrañado. Sobre los 3.000 metros recuerdo nuestro encuentro, estabas derramada, en cantidad de manchones tu verde se plasmaba.

Dura en forma de cojín, tu figura se estampaba, entre suelos pedregosos enfrentabas batallas. Batallas con el viento, que pocas veces suele ser lento. Batallas con la presión, que aumentan tu pasión, pasión de vivir, pasión de existir, de velar por mantenerte en el tiempo, en el tiempo en el cual la temperatura cambia fugazmente, como un ritual en que tus semillas siguen latentes.

Si, tus semillas, que alrededor tuyo se quedaban, una sobre otra hermana se avecinaban, cayendo lentamente, empapadas de resina a un proceso latente; Latente hasta que venga el frío que active sus procesos bioquímicos; Hasta que caiga la escasa lluvia, y saque la resina para que sea probable mostrar un mundo más con vida. Vida que se vive entre rocas.

Y de un lado a otro va tu semilla, no la hace correr el viento pero si el agua y los insectos. Donde ira a llegar esa semilla, se alejará o no de su madre. Logrará verla caída después de una extensa vida, cuando el hombre le cause una herida.

Herida por el deseo de tenerte, porque históricamente nos has traído suerte. Con tu resina te haces ardiente y con tus terpenos, calmas la pena de quien lleva la condena de la diabetes.

Oh… querida amada mía, que suerte el verte en estos días. Que halago poder tener tus hijas en mis manos, poder reposar en ti mi espalda; Mientras mis ojos ven el cielo azul que te contrasta.

Cuanto me alegra tenerte, siendo parte de mi tierra. Que seas nativa me agrada; Más… mi alegría sucumbe cuando veo tus niveles de extracción, tu lenta probabilidad de germinación, y en el Libro Rojo de la Flora Chilena tú nombre inscrito; Obligada a quedarte vulnerable para siempre.

Doy gracias a Dios por haber permitido te estudiara, para así hoy valorar lo que significabas. Poder decir que te amo, saber que tengo las armas para luchar y así, te vean las próximas generaciones.

Y pienso en lo que he aprendido. El hombre me ha enseñado que mi deber como bióloga es tener los remedios perfectos para ti, los objetivos y métodos para lograr sacarte del estado de vulnerabilidad, y que tengo la inteligencia para poder hacerte un recurso renovable…estoy soñando…pero los sueños no me intimidan… y lograr verte económicamente tan fuerte como lo eras antes.

Y de Dios también he aprendido, he aprendido a amarte en lo intimo, a tener fe de que por muy difíciles al ojo humano sean esos objetivos se lograrán, a engrandecer tus pequeños detalles más allá de lo común, a entender que no solo eres mía sino también de mis hijos. Siempre que te veo junto a todas tus demás pares, la memoria me lleva a recordar parte de lo que sucedió cuando Dios entrego al hombre el Edén: y sucedió que “…Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase…” (Génesis 2:15) y al pensar lo que Dios me indica…me pregunto… ¿te he labrado, te he guardado? O es que en verdad debo aceptar que las palabras reparar y renovar solo fueron parte de mi boca y aun no lo son de mis manos. Perdóname amada mía y que Dios me perdone si no lo comprendí antes, pero hoy me gustaría repararlo, para que mis hijos comprendan que para tenerte, hay que repararte y renovarte. Y también Dios dijo: “…He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer…” (Génesis 1:29). Cuando leo esto, ciento dos cosas, querida mía, por mi parte cristiana le doy gracias a Dios por su misericordia y le pido perdón por aún no hacer nada. Y por mi área científica le doy gracias a la selección natural por haberte permitido llegar hasta hoy tan fuerte y hermosa.

Porque de que nos sirve renovar, reparar o reciclar, cuando no lo hacemos práctico. Te cuento que hace tiempo hay un grupo de luchadores que se han preparado, que han sido discípulos para aprender y ayudantes para enseñar lo que tu y tus pares nos hablan cada día con reacciones, que a veces son alarma, alarma de lucha porque vosotras, tu y tus pares, plantas, arbustos, pastos, árboles, bofedales y bosques sois en verdad valientes, porque habéis aguantado tanto, tanto daño de parte de nuestras manos, de nuestro deseo de utilizar todo lo que nos rodea sin medida, sin intercambio que os favorezca. Y es que el hombre se pregunta ¿Qué hemos hecho?...mirad hasta donde hemos llegado. Pero esa pregunta hoy debe cambiar, ahora debe ser ¿Qué aremos? ¿de que forma hemos de recuperar nuestro y vuestro legado? Amada mía. Estas personas, ambientalistas, biólogos, sociólogos, profesores, economistas, estudiantes, comunas, poblados, ciudades… siempre hay uno que quiere ayudar, siempre hay uno que quiere aportar, siempre hay alguien que opina. Somos tus médicos … hay de nosotros si caminaras, creo que nos perseguirías hasta decir vasta con demandas por sobre-autoridad, por daños y prejuicios, no temporales, por falta de criterio… hasta cuando, nos dirías… y hoy solo te pido que no sea hasta que tu digas basta y desaparezcas para siempre, sino que pueda ser esta sociedad ambientalista, preocupada del patrimonio natural y de inculcar las bellezas que vosotras, tu y tus compañeras aportáis a nuestro país y que lo hacen único porque ustedes son únicas, que seamos esta sociedad capaces de invitarlas a dar un paso más en la sobrevivencia de las especies nativas.

No decline tu esperanza

La Negra.-

Mensaje de la autora:

Agradecimiento a Tresann Díaz y Sonia Astorga por su disposición de tiempo y oído. Y de todas formas, sobre todas las cosas a Dios.

La Negra.-

solicronch@hotmail.com